Se acabaron las celebraciones y de vuelta al trabajo encontramos a un alto ejecutivo como Taylor, una figura con grandes responsabilidades en su trabajo, pero con una debilidad por las pollas enormes… como la de Roman.
Taylor aprovecha las pausas del desayuno para escabullirse hasta un callejón no muy alejado de las oficinas donde puede mamar pollones anónimos a través de un glory hole, así que cuando de vuelta a su mesa se excede en el ejercicio de su poder con Roman, negándole el solicitado ascenso al guapo y musculoso empleado, un comentario del ejecutivo le abre las puertas…
Resulta que Roman también frecuenta el mismo callejón y le encanta que desconocidos se atraganten con su enorme polla, el desliz de Taylor deja claro que es uno de ellos, así que se baja los pantalones para darle lo que realmente desea… ¡Y no es precisamente un informe de resultados!
A Taylor le bajan los humos de inmediato, obligado a mamar el rabo de Roman sumisamente, dejando que el musculoso empleado le devuelva la mamada sobre su escritorio.
Tumbado bocabajo sobre la mesa, Roman hunde su cara entre las nalgas de Taylor para lamer lentamente su estrecho ojete antes de metérsela por detrás.
Las firmes embestidas de Roman hacen gemir y suplicar al ejecutivo, que no quiere que pare y le hace ponerse de pie para besarle. “¿Quieres cabalgar sobre mi polla?” le pregunta retóricamente.
Taylor se sienta sobre la dura verga de Roman, dándole la espalda para empezar a trotar encima incansablemente, disfrutando del viaje y restregando su culo contra el vientre del semental para sentir su polla más adentro.
Finalmente, Taylor desmonta a Roman para tumbarse de espaldas sobre la mesa con las piernas abiertas para que siga follándole a pelo, mirándole a los ojos, gimiendo al unísono con cada embestida.
Anunciándolo con un largo gemido, Roman llega al orgasmo cubriendo con una enorme corrida las pelotas y el culo de Taylor, que se masturba con fuerza sintiendo como la dura polla de su empleado vuelve a penetrarle y le folla lentamente.
Taylor salpica todo su torso con su corrida antes de que Roman se acerque para besarle, ambos jadeando satisfechos. “¿Entonces, que hay de mi ascenso?” le pregunta Roman, pero Taylor es un duro hueso de roer y le emplaza para el día siguiente.
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