Andrew no se lleva nada bien con su padrastro Greg, que siempre está irrumpiendo en su habitación y con quien no comparte ninguna afición.
Pero cuando en un zafarrancho de limpieza encuentran unas mallas de lucha entre la ropa vieja, los dos descubren que es posible que tengan algo en común después de todo.
A Greg le pone muy cachondo saber que su hijastro practicaba lucha libre y cuando al volver con otra caja le pilla posando con las mallas puestas, no puede evitar que Andrew le vea empalmado. ¡Eso es lo que quería cada vez que entraba sin llamar a su cuarto, verle desnudo!
Greg quiere hablarlo con él, pero Andrew está dispuesto a solucionarlo de una vez por todas…
¡Seguro que a partir de ahora a Andrew no le molesta que su padrastro irrumpa en su cuarto sin llamar!
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