Sabiendo que la oficina de su tío estará desierta un sábado por la tarde, Luca decide llevarse allí a un chulazo como Giuspel, para follar como animales en celo.
Obviamente a Luca le gustan los hombres guapos, peludos, muy calientes y con buen rabo… Y Giuspel cumple con las cuatro condiciones, así que a medida que su lengua pasa por los pezones de Luca, su excitación aumenta y su deseo está por las nubes.
Giuspel monopoliza esa lujuria desmedida, se sube a la mesa y se pone de pie para ofrecerle a Luca su rabo, cada vez más grande.
Engullendo hasta las pelotas la polla de Giuspel, los gemidos de deseo y de placer de Luca resuenan por toda la oficina, demostrando que es un insaciable mamón obedeciendo las ordenes de Giuspel, que ponen a prueba su destreza para el sexo oral.
Tan sensibles como sus pezones, la polla de Luca responde de la misma forma a la mamada de Giuspel y se le ponen los ojos en blanco sintiendo el placer que recorre todo su cuerpo. Luca está tan estimulado que Giuspel tiene que ir haciendo pausas para que no se corra antes de tiempo.
En una de esas paradas, Giuspel empuja a Luca sobre la mesa y separa sus firmes nalgas para que su lengua pueda acceder al rosaceo y estrecho ojete, haciéndole reaccionar con gemidos de placer y de lujuria. Aprovechándose por completo de la situación, Giuspel se incorpora para empotrar a Luca, penetrándole a fondo y a pelo por detrás.
Cuanto más fuerte se lo folla, mayor es el deseo de Luca, y sintiendo como ese pollón entra y sale de su hambriento ojete, Luca quiere expresar su gozo, pero debe contenerse para no llamar la atención de cualquiera que pudiese ocupar el edificio de oficinas.
Giuspel se pone creativo y pone cabeza abajo a Luca, que apoyado sobre los hombros en el suelo, siente como esa gruesa verga que tanto placer le está dando se clava a fondo en su ardiente culo.
Luca quiere más, y MÁS, lo necesita y Giuspel le tira de espaldas sobre la mesa despejada para seguir follándoselo sin descanso, más y más fuerte, más y más profundamente.
Finalmente, los dos fogosos sementales alcanzan el clímax y Giuspel riega la boca de Luca, que con la lengua fuera también se corre sobre su propio estómago.
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