LOS PELIGROS DEL PLACER

La última vez que nos colamos en esta iglesia el cuerpo del joven misionero Nicholas había sido purificado por su fogoso Presidente Beaux. Su corazón latía fuerte con una mezcla de miedo y vergüenza antes y durante toda la ceremonia de unción, pero aquello ya es cosa del pasado.

Pese a todo ha dejado su huella en el joven misionero y no puede apartarlo de su cabeza, masturbándose, pensando en Beaux y en lo que ocurrió en aquella ceremonia cuando no hay nadie cerca. El problema es que el Presidente sabe muy bien lo que hace Nicholas y sus actos impuros, así que necesita canalizar la energía del muchacho hacia un propósito más alto.

El aire en la oscura sala estaba cargado de tensión cuando el joven misionero esperaba de pie ante la imponente figura de la autoridad dentro de la iglesia. La expresión en la cara de Beaux era de severa desaprobación mientras le aseguraba a Nicholas que podían resolver esa transgresión de inmediato.

A pesar de las garantías iniciales, el misionero es sometido a una serie de castigos pecaminosos, supuestamente diseñados para atemorizarle, pero ese castigo en particular enciende sus deseos más oscuros y profundos, haciéndole reflexionar sobre su relación con el Presidente y comprobando como la lujuria hace que estos dos hombres se acerquen todavía más el uno al otro para seguir pecando…

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