Una de las razones por las que alguien recurre a un escort es para hacer realidad sus mayores fantasías y deseos sexuales. Y ese es el plan de Bruno cuando en uno de sus viajes de negocios paga a Allen por unas horas de placer.
Bruno está impaciente por disfrutar una noche de desenfreno con el joven chapero que ha contratado, pero en cuanto llega le pide que se desnude y se ponga una camisa de las suyas con gemelos en los puños.
Siguiendo las instrucciones, Allen se mete vestido en la ducha y abre el grifo. A Bruno le encanta como el agua chorrea por todo el cuerpo del provocativo joven, empapándole la camisa, intercambiando excitantes miradas y viendo como se quita los calzoncillos mojados para tentarle con su enorme rabo sin circuncidar y su irresistible culo...
En cuestión de segundos, su polla está tan dura que no puede resistirse a que Allen se la mame de rodillas como el experto profesional del sexo que es.
El joven chapero disfruta complaciendo a sus clientes, mamando sus rabos antes de ser empotrado por ellos dejando que den rienda suelta a sus fantasías. Y eso es lo que ocurre con el lado fetichista de Bruno, que ata al chico antes de follar su estrecho ojete.
Primero se lo folla con un dildo enorme y después con su dura verga, hasta que ya no puede aguantar más y cubre la cara de Allen con una enorme corrida caliente.
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