Ian llevaba toda la semana trabajando en el B&B gay, pero llegado el fin de semana lo ocupaba el musculoso Max, que no le quitaba el ojo de encima.
Desde el jacuzzi contiguo seguía observando al atractivo morenazo mientras limpiaba la piscina a torso descubierto, pero sintiendo como su enorme polla se ponía cada vez más dura bajo el agua burbujeante Max salía de allí y se aproximaba a Ian por detrás para tocarle el culo.
Era evidente que precisaba de sus servicios más personales, que necesitaba un buen culo para follárselo y Ian estaba encantado de complacer a su musculoso cliente, así que le acompañaba al interior de la casa, para dar rienda suelta a la lujuria.
Ian mamaba el rabo de Max, que dispuesto a saciar su apetito le ponía a cuatro patas sobre el sofá para devorar su ojete y empotrarlo a pelo por detrás.
Dispuesto a sacarle el máximo partido a esa dura polla de ébano, Ian se sentaba encima para cabalgar en el regazo de Max, gimiendo de placer con cada bote arriba y abajo, que le hacía sentirla cada vez más profundamente, empalándole.
En cuanto le desmontaba, arrodillado entre sus piernas, Ian rodeaba con sus labios esa polla esperando su recompensa… una caliente corrida que llevaba al éxtasis a Max y que el guapo pasivo escupía en su mano para usarla como lubricante antes de volver a sentarse encima.
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