SECRETOS Y CONFESIONES
Michael no puede callar durante más tiempo, le pesa lo que ha venido ocurriendo con Joseph, su sexi vecino de enfrente y necesita sincerarse con su marido.
Sentado frente a él y viendo a través de la ventana a Joseph, Michael le cuenta que todo empezó un día cuando recogía el correo, Joseph le sonrió y desde entonces cada vez que se veían se saludaban, todo era muy inocente, pero la atracción fue en aumento y la tentación se hizo imposible de resistir.
Un día soleado y caluroso, Joseph estaba lavando su coche sin camiseta, completamente sudado, Michael no podía apartar su mirada de él, pero el vecino parecía que quería que siguiese mirándole. Michael quiso resistirse, pero Joseph ya estaba llamando a su puerta insistentemente, su corazón latía cada vez más fuerte y más rápido. Lo deseaba y antes de que pudiese besarle, era Joseph quien tomaba el control y nada más cruzar el umbral se abalanzaba sobre él para besarle.
Sin añadir palabra, Joseph le mamó la polla y le comió el culo a Michael antes de que este le devolviese la mamada.
Y tras hacer un 69 en el sofá, Joseph se sentaba sobre la gruesa verga de Michael para que le embistiese a fondo desde abajo.
Michael ya no podía parar y se lo siguió follando a pelo por detrás, pero quería que Joseph también se lo follase a él y se tumbó de espaldas para que después de devorar su ojete pudiese metérsela a fondo dentro de su irresistible culazo.
Intercambiando una vez más sus posiciones, Joseph volvía a cabalgar sobre la dura polla de Michael y dejaba que le desmontase para que le embistiese cara a cara, hasta correrse sobre su propio estómago peludo.
Michael se corría casi al mismo tiempo, añadiendo su semen caliente al que chorreaba sobre Joseph.
Eso fue lo que pasó y Michael se siente culpable, quiere a su marido, pero no supo controlarse y lo siente. Lo que no se imaginaba es que, como él le confiesa, su confesión le ha excitado... mucho, era una de sus mayores fantasías y está empalmado, así que nada mejor que seguir en su dormitorio.