El chulazo Stephen llegaba justo a tiempo para ver al joven Karl ocupándose de su potente erección en la cama. Casi... porque al fogoso joven le daba tiempo de ocultar su polla, pero Stephen se huele lo que estaba pasando allí y no es de los que dejan pasar una oportunidad como esa.



A Karl no le importa y, desesperado por aliviar su larga y rosada erección, está encantado de que su caliente amigo explore su cuerpo, así que antes de que pueda darse cuenta esa polla recibe algo más que caricias.
Stephen lame el capullo y la saborea en toda su longitud, animando a que su joven amigo le devuelva el favor en el sofá, donde su propia polla rampante ha ido creciendo rápidamente dentro de sus suspensorios.

Puede haber comenzado como una simple e inocente paja, pero con las pollas húmedas y rígidas, y ambos dándose un festín con el presemen del otro, el ojete de Stephen está listo para recibir la polla de su colega dentro bien adentro. Solo tiene que lamérselo un poco y Karl no tarda en empotrarlo a pelo.


Con sus cargadas pelotas balanceándose y su palpitante miembro entrando y saliendo del cálido conducto de Stephen, Karl se folla al musculoso semental por detrás...
Pero cuando Stephen se sienta sobre esa palpitante polla para cabalgar en su regazo, trota y galopa bombeando hasta la última gota de semen caliente, que brota con fuerza salpicando los marcados abdominales de Karl.

Los hombres musculosos como Stephen saben la cantidad de proteína que hay en una buena corrida, razón por la cual la recoge con sus dedos para llevarla hasta su hambrienta boca mientras Karl agarra su polla con la mano, masturbándose hasta un explosivo clímax que culmina con una copiosa corrida.

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