El alto y dominante Lazzarato toma el control desde el momento en que besa y acaricia a Allen en el porche de una casa para convertirle en su muñeco sexual de carne y hueso.
Allí se folla sin miramientos la boca y la garganta del guapo pasivo antes de comerle el culo, haciendo suyo ese ojete desde el momento en que lo empotra a cuatro patas sobre la mesa de madera.
El insaciable Allen parece no tener nunca suficiente y soporta como todo un campeón las fuertes embestidas del italiano por todo el porche.
Allen se corre mientras cabalga montado sobre la dura polla de Lazzarato, que se masturba para correrse en la hambrienta boca del sumiso y experto pasivo.
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