El mejor momento del día para Finn es el de la ducha, donde suele acariciar su cuerpo perfecto mientras se enjabona y acaba masturbándose, convirtiendo ese momento en todo un ritual.
Con el agua caliente chorreando por su torso desnudo, Finn entra en un estado profundo de relajación y utiliza el gel de baño para lubricar su larga polla, que bombea repetidamente del capullo a las pelotas hasta que los chorros de semen caliente salpican el suelo mojado a sus pies.
Pero hoy ese ritual no se va a quedar en placer en solitario, porque cuando el censista Tyler llama a la puerta de Finn para recopilar información del vecindario y este le abre recién salido de la ducha, llevando solo una toalla alrededor de la cintura, está claro que lo que se va llevar Tyler es algo más que datos.
Demasiado cachondo para concentrarse en su trabajo, Tyler acaba dentro de la casa, igual que el pollón sin circuncidar de Finn acaba dentro de su garganta y de su culo.
El joven disfruta de cada centímetro de la erección de Finn, que se lo folla a pelo dentro de su vestidor y de su cama hasta que las doloridas pelotas de ambos se vacían en sendas corridas.
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