Antes de despedir el año, Mateo está entrenando duro sus músculos en el escasamente iluminado gimnasio cuando una figura tonificada se aproxima desde el lado opuesto de la sala y se queda admirando al musculoso culturista Zack.

Sus miradas se cruzan y saltan chispas, la química entre ellos es palpable mientras cada uno de ellos se exhibe para el otro. Zack querría devorar el cuerpazo de Mateo y este está encantado de darle un aperitivo.

Zack mama la gruesa polla del latino y se da la vuelta para que se lo folle a través de la rejilla metálica que les separa y que no les va a impedir conseguir lo que ambos desean.



Zack se sube encima del tatuado semental y cabalga sobre su verga hasta correrse, pero Mateo sigue bombeando desde abajo, cada vez más fuerte y más profundamente, hasta que deja su depilado ojete a rebosar con su semen caliente.


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