El trajeado Mark se dirige al taller para recoger su coche recién reparado, pero no está allí. Parece ser que alguien lo ha cogido para “ponerlo a prueba” y el dueño sabe que va a ponerse hecho una furia.
Pero con empleados tan eficientes no tiene de que preocuparse, y siguiendo sus ordenes, el mecánico Presley consigue distraer a Mark de una manera “creativa” y le mantiene ocupado hasta que el coche aparece.
¡Pese al inesperado percance con su coche, Mark acaba saliendo del taller como otro cliente satisfecho con el servicio prestado!
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