Mientras Bastian pasea por la ciudad recibe la llamada de uno de esos hombres poderosos que conforman un círculo cerrado e impenetrable para la mayoría, un cliente que ya conoce: Peter, un tiburón de los negocios que desea tenerle a sus pies una vez más.

No es el único que ansiaba este reencuentro, de camino a las oficinas donde le ha convocado, Bastian siente mariposas en el estómago y humedece sus labios sabiendo que va a volver a verle. Cuando llega, Peter tiene una seria conversación por teléfono, se aproxima a Bastian y le indica que se ponga de rodillas.

Mientras sigue hablando en un tono intenso, el rabo de Peter se pone completamente duro tan pronto ve a Bastian, que le pasa los labios por encima de los pantalones y le baja la cremallera para poder mamar esa enormidad.
Una vez finalizada la llamada, Peter se desabrocha la camisa y la abre para exhibir su torso peludo mientras Bastian rodea con sus labios la gruesa polla. Peter pone uno de sus pies sobre la mesa, mostrando sus calcetines rojos y haciendo que el chico se trague unos centímetros más de su rabo. En un momento dado, se sienta sobre la mesa rodeando con sus piernas a Bastian, que sigue complaciendo a su cliente.
Peter no tarda en despejar su mesa para que Bastian se suba encima y así poder empezar a tantear su estrecho ojete delicadamente, antes de colocarle en posición para follarle.

Bastian se pone de lado con sus suaves y redondeadas nalgas separadas para que el miembro de Peter, grande como un pepino, pueda abrirse paso dentro de su culo. Al sumiso Bastian le excita esa situación, que un chulazo maduro le use como quiera y abuse de él siempre la ha puesto muy cachondo.


Tras haber sido empotrado por detrás en el sofá, Bastian no puede evitar masturbarse mientras cabalga sobre el pollón de Peter, tumbado de espaldas en el suelo de la oficina.




El semen brota de la polla de Bastian salpicando el vientre peludo del ejecutivo, que saca su pollón del culo del chico y se masturba hasta correrse entre gruñidos de placer sobre la cara del joven, que vuelve a mamarle la polla. La mezcla de sabores de su propio ojete y del miembro sin circuncidar del ejecutivo resulta embriagadora y la saborea como si fuese néctar de los dioses.


Peter es hombre de pocas palabras y es difícil adivinar lo que pasa por su cabeza, pero ha conseguido lo que quería y está deseando continuar con sus negocios. Es como un tiburón, siempre en movimiento y en el momento en que Bastian ha lamido hasta la última gota de su corrida, se viste y vuelve al trabajo… Al menos hasta que el cuerpo le pida volver a llamar reclamando los servicios de Bastian.
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